miércoles, 28 de abril de 2010

Taller de Comunicación y Redacción para la Gestión

Beaugrande, R. y Dressler, W. (1997) Introducción a la lingüística del texto. Barcelona: Ariel
Normas de textualidad
Nociones centradas en el texto
Coherencia: hace posible la regulación y la inteligibilidad entre si de los componentes del mundo textual (conceptos y relaciones que subyacen bajo la superficie del texto) y que interactúen de un modo relevante.
Cohesión: establece las diferentes posibilidades que tienen para conectarse los componentes de la superficie textual (expresiones lingüísticas que han sido presentadas en forma oral o escrita) entre sí dentro de una secuencia. La cohesión se apoya en convenciones gramaticales.
Nociones centradas en el usuario
Intencionalidad: se refiere a la actitud del productor textual.
Aceptabilidad: alude a la actitud del receptor textual.
Situacionalidad: se aplica a los factores que hacen que un texto sea relevante en la situación en la cual aparece.
Intertextualidad: se refiere a los factores que hacen depender la comprensión adecuada de un texto del conocimiento que se tenga de otros textos anteriores.
Informatividad: sirve para evaluar hasta qué punto las secuencias de un texto transmiten información conocida o nueva.

Ficha Taller de lectura (2009)

Todos nuestros actos de lectura, sin excepción, obedecen siempre a un propósito. Leemos distintas clases de textos: noticias, avisos publicitarios, novelas, textos académicos…y lo hacemos con distintos propósitos: por placer, para hacer (leemos un instructivo para hacer funcionar el microondas, para llenar un formulario, por ejemplo), para comunicar algo a un auditorio en voz alta, etc.

La intención con que nos acercamos a la lectura es muy importante porque determina un “modo” de leer adecuado a ese propósito. Si se trata de leer para obtener una información específica, por ejemplo, los artículos d la Constitución Argentina que hablan sobre los derechos políticos de las mujeres o la definición de “coherencia” y “cohesión”, tendremos que utilizar una modalidad de lectura rápida y selectiva: hacer un “barrido” sobre los índices del libro donde puede hallarse la información, seleccionando la que nos sirve y desechando aquella que no tiene que ver con el tema. Luego, una vez hallados los datos vendrá una lectura atenta y cuidadosa para comprender el contenido.

Al abordar un texto y antes de comenzar a leerlo, conviene tener en cuenta ciertos aspectos generales que nos permiten realizar anticipaciones sobre lo que vamos a encontrar en él. Por ejemplo, un texto que se encuentra en un portador como el diario con un titular que dice: “Espectacular recital de Soledad en el Delhi” y una foto de la cantante en un estadio colmado de espectadores, nos proporciona la posibilidad de realizar varias anticipaciones: esperamos que hablen sobre un recital exitoso, sobre la intérprete, sobre la fecha en la que se produjo (seguramente hace muy poco), sobre l lugar dónde4 se efectuó el espectáculo, pero además de estos datos, esperamos que la lengua que se utilice sea informativa, que el texto tenga un copete con los datos principales y que haya un cuerpo donde se brinde detalles, etc. Este plus de información con el que nos enfrentamos al texto facilita nuestra lectura, ya que a medida que leemos iremos comprobando o rectificando esas ideas previas.

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